lunes, 16 de marzo de 2009

EL SALTO DE LA MUERTE



Uno de los lugares mas turísticos de la ciudad se convirtió hacia los años 40 en el lugar de “moda” para todos los suicidas citadinos; como muchos saben El Salto de Tequendama es una cascada natural que esta ubicada aproximadamente a 30 kilómetros al suroeste de Bogotá, con una altura arriba del mar de 2.467 metros sobre un abismo rocoso donde se forma la cascada, toda esta estructura era la que talvez llamaba la atención de todas las personas con alto nivel de depresión, que recurrían a este sitio arrastrando su autoestima y su ego por las piedras peñascosas solo con un fin, terminar con su existencia, una terminación tan definitiva como solo el famoso Salto de Tequendama les podía brindar.

A partir de los suicidios ocurridos en los años 40, uno tras otro, este sitio se convirtió en uno de las mas visitados por los turistas y por los medios masivos, esperando a que algún hecho extraordinario ocurriera así parezca amarillismo eso era lo que todos los espectadores buscaban, especialmente los periodistas que día a día acudían rigurosamente para encontrar algo con que cubrir las primeras paginas de los diarios mas importantes de la ciudad, resaltando historias que conmovieran la sociedad con notas, fotos o versos dejados por el suicida, estos eran los publicitados y así de alguna manera los medios elevaban reating y competían entre ellos.

Las principales causas de suicidio son inducidas por: soltería, viudez, problemas económicos, divorcios, problemas estéticos, decepciones amorosas, situaciones frustrantes, depresiones, soledad y problemas laborales, aproximadamente en edades de 20 a 25 años y entre 60 a 65 años; por lo visto la ciudad estaba invadida por todos esos conflictos, a pesar de que en esta época Bogotá veía este acto como algo romántico, haciendo notar cada caso como una telenovela barata, mientras la estadística señalaba en 1940 400 suicidios ocurridos solo en ese año.

Uno de los casos mas conocidos y comentados hasta el día de hoy es el de Eduardo Umaña, que el 14 de enero de 1941 conducía un taxi rojo, el cual abandono junto al salto de Tequendama después de haberle comentado a sus amigos de labor lo aburrido que se encontraba con la vida, fue de este modo donde todos sus compañeros de lucha dejaron su trabajo a un lado y emprendieron la búsqueda con equipos especializados, todo para encontrar a ese gran amigo que habían perdido, dicha búsqueda continuo hasta el 15 de enero y ya un poco desesperados pero con todas las esperanzas puestas en el encuentro, Jairo Bejarano uno de los participes de la búsqueda y mejor amigo del joven Umaña, trato de lanzarse igual como lo hizo su confidente de años, talvez por el desespero de no encontrarlo o por el agotamiento, pero después se supo que era por una fuerte promesa jurada que habían pactado entre ellos.

Los medios resaltaron esta historia de una manera conmovedora y amarillista a la vez, donde contaban que tras esa búsqueda se encontraban cuerpos sin ninguna identificación, sobresaltando en las líneas de la prensa los desamores y problemas económicos de muchos, todos los cuerpos encontrados, incluyendo el del “Chofer del Taxi rojo” como titularon algunos periódicos esta historia, no pasaban de los 20 años; después de este hecho predominante, todos querían ver El Salto como si fuera una feria de espectáculos.

Hoy en día, este lugar sigue siendo una zona turística pero no por las muertes que allí se dieron, aunque queda un poco de ello, si no también por la belleza que esta gran cascada nos brinda, aguas cristalinas de una inmensidad única, aguas que son utilizadas para la generación de energía a través de la planta El Charquito a pesar de que la contaminación del río de Bogotá lo afecta este se mantiene y se seguirá manteniendo vigente, para los turistas que aun lo siguen visitando donde buscan sentir el frío de sus minerales o talvez para sentir el frío de la muerte que aun recorre el Salto del Tequendama.


































































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